Cuando nos despertamos al otro dia Chino y Dani se habían ido a trabajar al igual que la otra pareja y el único que quedaba en la casa era Matt, el supervisor kiwi, que muy relajado y en pareo( y hay que tener huevos para usar pareo, y no porque yo use,cuac) tomaba el desayuno al sol mientras leia el diario. Nos dio los buenos días y nos dijo que podíamos usar de la casa como quisiéramos que el se iria a trabajar, y asi fue, el partió y yo prepare unos panqueques para los tres que comimos sentados en una mesita del porche y deje algunos para cuando volvieran los dueños de casa. Pequeña sobremesa y a la biblioteca antes de partir hacia Rotorua, varios kms al sur y donde hay varios parques y atracciones relacionadas a aguas termales, barros medicinales, geysers y otras yerbas. Llegamos medio muertos de hambre cerca de las 3 de la tarde y con un viento helado y un cielo cubierto que presagiaba noche larga. Compramos algo en el super y nos metimos en el parque del Rotorua Museum, una enorme casa estilo ingles y rodeade de jardines de coloridas flores y verdes y prolijos campos de criquet y bochas donde los jugadores, vesitdos de impoluto blanco despuntaban su vicio. Nosotros por lo pronto y aunque admirados ante tamaña muestra de prolijidad, comíamos medio a las putiadas mientras el viento helado no traia el olor a huevo podrido de las aguas sulfurosas de las fuentes cercanas. Al rato de estar ahí y mensaje de texto mediante, llego Matze, uno de los alemanes que habían estado con nosotros en la casa de Lozo y que ahora estaba con un Couchsurfer local , que despues de una llamada acepto que fueramos a su casa de campo, por lo menos a cenar, despues veriamos. Cuando llegamos nos recibió no solo Lorreine, dueña de casa,60 y pico años y aficionada al salto a caballo sino tambien Dina,griega, novia de Matze y con quien tambien habíamos estado en Lozo´s place que habia preparado para cenar unas verduras al curri. Cuando nos sentamos a comer eran las 7 y media y aunque estaba nublado estaba claro que era de dia y todavia faltaba una hora y media para el atardecer. En la mesa estaba John, marido de Lorreine, quien se notaba poco contento con la invasión de couchsurfers en su casa, y dos couchsurfers mas, una chica de Irlanda del norte y otra de Escocia, quienes parecían congeniar mejor con Lorreine que todos los demás personajes que participábamos en la cena quienes al menos de nacimiento no eramos angloparlantes. Pero todo esto se relajo cuando la bebida espirituosa por excelencia entro en juego y con el el Dios Baco, relajador de animos y de risas, y mas que yo lo ayude bastante fabricando mi famosa rosa de papel de servilleta y contando anécdotas que aunque para mi eran de cierto drama la única reacción que sucitaban eran risas y burlas, como si nadie hubiese dormido alguna vez en un baño de damas o en un colchon meado y vaya a saber que otros fluidos tendría en una albergue para vagabundos y yonquis, esta gente no tiene corazón. Al final, aunque muy amablemente me ofreció el baño de la casa, termine durmiendo en un sillón que me resulto bastante mas comodo y menos meado, eso lo puedo asegurar.
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