domingo, 12 de marzo de 2017

Un Pionero Moderno

Con Javier antes de partir del Chalten
Hace falta un ejercicio de memoria para recordar que lo que hoy damos por sentado como smartphones, internet, electricidad, agua corriente, asfalto y gas natural; no ha sido así siempre y de hecho no lo es al dia de hoy en extensas zonas de nuestro país. Un escenario de este tipo e incluso más desolado encontró Javier Maceira al llegar al Chalten en el año 94. Por ese año y como parte de una política de estado para poblar una zona que se encontraba en conflicto con Chile  por Laguna del Desierto a todo aquel que se le animara al frio extremo, vientos huracanados y la soledad, se le hacía propietario de un lote en el pueblo más joven de la Argentina, El Chalten.
El ahora habitante Nº 61 había terminado sus estudios de Abogacía en la UBA y su idea era entrar en el ISEN pero el país atravesaba una complicada situación económica y decidió viajar por una Europa que en el año 89 todavía conservaba sus límites nacionales, sus diferentes monedas y visados y Europa del este era aun Soviética. Se estableció unos meses en Suiza, en la zona de Interlaken, donde aprendió su característico Alemán y se enamoró de la Montaña. Sabía que de volver a Argentina viviría cerca de alguna. Consiguió un puesto en Naciones Unidas para hacer de Link para la oficina de Cooperación Técnica Bilateral y volvió a Argentina a establecer los lazos. Los fines de semana aprovechaba y visitaba lugares posibles donde generar su próximo proyecto: un Hostel; concepto bastante desarrollado en Europa pero todavía novel en esa época en nuestro país. Bariloche ya estaba tomada, había que encontrar otro lugar, fue a Salta, Jujuy, Ushuaia y después de dos años de buscar terminó conociendo Calafate. Renunció a su puesto decepcionado de ver que los diplomáticos no eran al final más que empleados públicos de frac y se hizo guía en Alemán del Parque Nacional Los Glaciares. Así se enteró del Chalten, lugar ya conocido por los escaladores europeos que tenían al Fitz Roy y al Cerro Torre como un imperdible. El presidente del Parque Nacional le ofreció en ese momento desarrollar su idea de hostel en lo que era un refugio de montañistas. Así que Javier armó su carpetita y la llevó a Buenos Aires y cuando ya estaba todo arreglado, la burocracia tiró todo para atrás, incluido su proyecto y el espacio se convirtió en las oficinas del Parque Nacional. Javier ve hoy ese hecho como algo positivo, gracias a no haber tomado ese lugar se hizo propietario de varios lotes, en los que comenzó finalmente su proyecto. Junto con dos amigos de Buenos Aires y los libros de autoconstrucción de Nisnovich, pasaron 6 meses (de los más ventosos de los últimos 15 años) construyendo y comiendo cabrito y papas, papas y cabrito y cabrito con papas. Al agua había que buscarla a 200 metros con baldes y para comunicarse se usaba la radio, así que si alguno quería hacer una llamada, era escuchada por toda la provincia. Para el techo contrataron gente y el hostel abrió sus puertas después de dos años de trabajo, entre medio de los cuales Javier arrancó su emprendimiento más efectivo CHALTEN TRAVEL, que comenzó siendo una humilde Traffic que unía Calafate, Chalten y Puerto Natales; y hoy es una gran empresa de colectivos. Por esos días el salón restaurant del Hostel Rancho Grande era el más grande del pueblo y Javier solía prestarlo para fiestas de egresos y otras reuniones del pueblo. Fue también él quien armó el primer Boliche bailable: Zafarrancho, hoy convertido en un anexo un poco más económico del hostel y al que bautizó: Rancho Aparte. El crecimiento de sus proyectos fue exponencial, como casi todo lo que se hizo en el pueblo, y aprovechando la ola, Javier armó junto con socios dos hoteles mas: el Poincenot y Destino Sur, de tres y cuatro estrellas respectivamente. En este último invirtió diez años de trabajo y 10 veces más dinero del proyectado, pero es en el hermoso salón restaurant de este hotel que desayunamos mientras nos vamos por las ramas y nos sumergimos en la historia de este pionero moderno que en su afán por emprender también fue candidato en las primeras elecciones municipales en las que quedó segundo. Y fue quizás esta experiencia la que lo termine separando del pueblo al que tanto ayudó a crecer, un lugar en donde todos sus habitantes conocen hasta el nombre de los perros de cada uno y donde la famosa Grieta se sumó al ya conocido "Pueblo chico, infierno grande" separando a los simpatizantes de los diferentes partidos como brazos del Río de las Vueltas. Por ahora igual Javier sigue concentrado en la temporada y en un próximo viaje a los paises Nordicos para despejar la mente y volver a esas montañas que fueron su primer amor y quienes terminaron guiándolo al Chalten.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanto esta historia y el lograr las metas y sus emprendimientos.